laboratorio de neuromorfología

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Departamento de Anatomía, Facultad de Medicina, UNAM

domingo, 21 de marzo de 2010

Neoplasias

Neoplasia (nuevo crecimiento) es una masa anormal de tejido que posee la capacidad de crecimiento que sobrepasa a la de los tejidos situados en la normalidad (comprendida desde el punto de vista anatómico, fisiológico y adaptativo, en coordinación con los tejidos y las necesidades ambientales que lo rodea), conservando el mismo carácter excesivo después del estímulo que lo inició, sin objetivo natural, con relativa autonomía funcional y que puede atacar a su entorno por la competencia nutricional, vascular y espacial con los tejidos circundantes.
El término “tumor” se usa en inmunología para referir inflamación de un tejido. No debe confundirse con el de neoplasia.
Existen características intrínsecas de las neoplasias que nos ayudan a identificar su capacidad de causar daño a los tejidos circundantes, y posteriormente realizar un pronóstico evolutivo ubicándolo anatómica y fisiológicamente en su espacio. Estas características son:

Grado de diferenciación: que tanto se asemeja al tejido que lo originó, a su tejido normal, desde el punto de vista morfológico y funcional; por ejemplo, en un condrosarcoma que tanto se asemejan sus células a los condrocitos normales, basándonos para definirlo en sus características celulares, matriz y núcleo. Cuando las células de un tejido poseen un núcleo grande y activo, un citoplasma pequeño, y no muestran características comunes con algún otro tipo celular, se denomina anaplasia y es indicativo de mayor malignidad (figura 1).

Velocidad de crecimiento: Es la relación entre el aumento del tamaño del tejido neoplásico y la unidad de tiempo. Este parámetro es muy relativo, pues existen neoplasias que crecen durante años y otras que lo hacen rápidamente pero después se desaceleran; una forma indirecta de estudiar la velocidad es por medio del número de mitosis anormales (en porciones de epitelio donde no deberían encontrarse) que encontremos en un pedazo de superficie histológica. Las neoplasias con mayor grado de malignidad aumentan su masa en muy poco tiempo, a tal grado que afectan a su mismo tejido privándolo de irrigación y de nutrientes; en estos casos, si realizamos un corte que traspase toda la superficie de la neoplasia encontraremos en su centro tejido necrótico y en su periferia tejido hipermetabólico y desorganizado.

Invasión local y metástasis: Hablamos de si la neoplasia respeta las fronteras naturales que conforman las matrices contiguas con otros grupos celulares, o si las invade proliferando dentro de ellas, o incluso viajando vía hematógena o linfática para llegar a otros tejidos y proliferar en ellos (metástasis).

Actividad metabólica: Las neoplasias malignas se encuentran en estado hipermetabólico. Algunas células malignas adquieren la capacidad de producir moléculas que, por su origen, no corresponden a su fisiología natural; estas moléculas pueden actuar como hormonas y alterar el orden sistémico; por ejemplo, en el cáncer de pulmón hay producción de propiomelanocortina que se convierte en ACTH, y al actuar esta ultima en las suprarrenales de manera excesiva, produce un estado de hipercortisolismo que se conoce como síndrome de Cushing. A los síntomas y signos de una neoplasia, como en este último ejemplo, ajenos a la explicación de la invasión anatómica, metastásica u hormonal intrínseca (adenocarcinoma de tiroides con hipertiroidismo), se le conoce como síndrome paraneoplásico (el Cushing en un cáncer de pulmón).

Figura 1: del lado izquierdo observamos un ejemplo de anaplasia, con células pequeñas poco diferenciadas y nucleo con actividad intensa; del lado derecho un adenocarcinoma bien diferenciado, es posible distinguir la arquitectura epitelial y cierta organización del tejido.

Estudiando las neoplasias con estas cuatro características, dividimos a los tumores en benignos y malignos. Los tumores benignos pueden hacerse malignos si existen las alteraciones moleculares específicas, por eso siempre debe hacerse un seguimiento clínico en todo paciente. Cáncer es el nombre que se otorga a todas las neoplasias con características malignas.

Benignos: Son bien diferenciados, con crecimiento lento, mitosis normales, bien delimitadas, sin invasión contigua, sin metástasis y con estado metabólico en la normalidad. Frecuentemente utilizan el sufijo -oma (papiloma, cistadenoma, adenoma), aunque también pueden recibir nombres singulares (nevo, pólipo, hamartoma, etc. Ver figura 2 izquierda).

Malignos: Poco diferenciados o anaplásicos, con crecimiento acelerado, múltiples mitosis en su superficie, invasión e infiltración expansiva, metástasis y estado hipermetabólico con producción de metabolitos anormales y fisiológicamente activos. Se denominan, dependiendo del tejido originario, en sarcomas (mesenquimatosos), carcinomas o adenocarcinomas (epitelios y glándulas respectivamente) o con nombres singulares (melanoma, glioblastoma, teratoma). Los tumores cerebrales adquieres grado de malignidad por su localización más que por sus características; por ejemplo, un astrocitoma en el bulbo raquídeo es más maligno que un meningioma en el lóbulo parieal (figura 2 derecha).

Figura 2: Del lado izquierdo una neoplasia benigna, un leiomioma uterino que, a pesar de su tamaño, respeta los límites anatómicos y su morfología es facilmente identificable. Del lado derecho una neoplasia maligna, adenocarcinoma de la cabeza de pancreas con afectación de los conductos biliares y pérdida de la anatomía normal.

La etiología fundamental del cáncer es la alteración morfológica del DNA normal (mutaciones) que conlleva a la traducción de proteínas incapaces de realizar la función de control del ciclo celular. La causa de las mutaciones se debe a errores en la reparación y replicación del DNA y a exposición a carcinógenos.

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